EGO-(ALTRU)-ISMO

—La piel —respondí en voz baja— nuestra piel, estamaldita piel. Usted no puede imaginarse de qué es ca-paz un hombre, de qué heroicidades y de qué infamiases capaz con tal de salvar la piel… Curzio Malaparte, La piel

Más que conocernos a nosotros mismos, lo que hacemos con nuestras acciones, reflexiones y tomas de posición ante el mundo y los otros es inventarnos. “Inventar” en el sentido de hallar, descubrir lo desconocido, innovar, encontrar, crear una forma, dar cuerpo y sentido a una obra. Si bien no creamos la materia primigenia, porque nos viene de quienes nos anteceden, sí la recreamos: en tanto sistemas abiertos absorbemos y desechamos energía, nos creamos a través de intercambios con lo que nos rodea, a partir de vida y muerte, de presencias y ausencias. Nos inventamos para consolidarnos, e intentamos que los demás crean nuestro personal invento y reconozcan que somos una realidad que tiene el peso y la contundencia de ser; y puede discutirse sobre cómo y por qué “somos”, pero no negarse que “estamos” y “somos”, aunque no comprendamos plenamente qué es “ser”y “estar”. Finalmente, James Lovelock nos recuerda que:

“la idea de vida, el sentido de estar vivo, es uno de los conceptos másfamiliares y más difíciles de entender que podemos encontrar

En el ser-estar y el sentir-hacer del animal humano subyace una paradoja: el “yo” se asume epicentro de todo, porque en cada individuo laten emociones y se generan perturbaciones hacia el afuera, pero cada “yo” no puede menos que reconocerse periferia ,porque es parte del entorno que contiene y rodea a otros. Como bien reconociera Francis Bacon: “todas las cosas tienen afinidad con el firmamento, se mueven en torno del centro de otro del que se benefician”. Somos, por tanto, organismos autónomos y también componentes del complejo y dinámico contexto (exogenia) de los otros, lo que hace que otros sean también unos “yo” únicos, irrepetibles y cambiantes, unos “yo” podemos usar, significar, ignorar, obviar, manipular, silenciar e incluso emocionalmente invisibilizar… Pero no negar; su existencia/presencia nos roza, matiza, texturiza; negar a los otros supondría negarnos a nosotros mismos. Los “otros” son importantes para sí y para cada uno de nosotros porque forman parte del todo, de esa Gaia de la que nos hace conscientes Lovelock: “Gaia tiene una continuidad que se remonta en el pasado hasta los orígenes de la vida y que se extiende en el futuro en la medida en que la vida persista.”

El “yo” siempre es egocéntrico, pero el egoísmo es dependiente porque está acotado por el afuera; consecuentemente, para ser egoísta no nos queda más remedio que ser en cierto grado “generosos”, altruistas, si por altruismo entendemos alentar y sostener la existencia de lo demás (seres o cosas). Las lógicas y dinámicas del nudo activo egoísmo/altruismo se expresan incluso a niveles biológicos. Cabe recordar lo que al respecto subraya Giovanni Frazzetto:

En un experimento realizado durante nueve semanas seguidas[Barbara] Fredrickson y colaboradores hicieron un seguimiento del tono vagal y el bienestar emocional de un grupo de individuos en función de sus interacciones sociales cotidianas con amigos y seres queridos.
Los que tenían un elevado tono vagal desde el comienzo mostraron rápidos incrementos en la conectividad social y aseguraron haber experimentado emociones positivas como alegría, amor, gratitud, esperanza. Al mismo tiempo, esos progresos en la conectividad social y las emociones positivas predecían a su vez aumentos en el tono vagal final, que al término del estudio presentó valores más elevados

Una evidencia más de que toda mismidad deviene otredad, lo que consolida la posibilidad del entramado existencial: la vida de un individuo o una especie siempre se da en interacción con otros, una forma de vida se sostiene por la existencia, la muerte, la sobrevivencia y la extinción de otras formas de vida. Por ello mismo, la perspectiva de simbiosis, cooperación y sinergia que propuso Lynn Margulis da un giro revitalizador a las concepciones darwinianas de la adaptación y la evolución:

Desde el punto de vista científico, la vida, el amor y el comportamiento aparecen como fenómenos sinérgicos.[…] No se parte de cero cada vez que aparece una nueva forma de vida. Módulos prexistentes (que en última instancia son bacterias), generados por mutación y perpetuados por la selección natural, se ensamblan formando alianzas, asociaciones, organismos, nuevas complejidades que influyen en la selección natural y son influidasp por ella.

Los otros son parte no sólo de nuestro contexto, configuran nuestra circunstancia, y como dejara más que claro José Ortegay Gasset en su sentencia: “yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”. Con certera puntería el filósofo nos ubicó en la dinámica existencial de cooperación —no siemprevolitiva— en la que se generan interacciones y sinergias; cada uno de nosotros somos lo que somos y hacemos lo que hacemos a través de una dinámica compleja en la que otros son lo que son y hacen lo que hacen interactuando con nosotros, a través de nosotros en el tiempo e incluso a distancia. La circunstancia es, pues, medio, entorno, contexto e historia, ambiente emocional, orden social y tradición cultural, y en ella nos movemos e inven-tamos, más allá de qué tan dispuestos estemos a salvar aquellosfragmentos o ingredientes de la circunstancia que significamos indeseables y experimentamos adversos, inhóspitos, que suponen experiencias desagradables y nos colocan en situación de vulnerabilidad. Más allá de la desnutrida definición de “altruismo” que nos ofrece el Diccionario de la lengua española de la RealAcademia: “…diligencia en procurar el bien ajeno aun a costa del propio”, vemos en la perspectiva orteguista que al “salvarla circunstancia” el egoísmo del soy es mediado, trastocado por un dejo altruista que consolida la posibilidad de que un sinnúmero de otros entren interacción con nuestro “yo” y resultemos codependientes. Mi circunstancia supone la existencia de otros que la configuran, dan cuerpo; no podemos menos que ser parte de los factores que posibilitan y sostienen la existencia de otros,incluso de unos otros que pueden significarse contrarios a nuestros deseos, intenciones, necesidades y emociones… Somos parte del sostén (beneficio) de unos “otros” a los que con frecuencia intentaremos anular, incluso amputar del fragmento de nuestro personal universo

Aunque en ocasiones podamos pensar que nuestro estar-ser-sentir-hacer persigue un propósito y es unidireccional, simple y de rasgos minimalistas, el comportamiento es un complejo laberinto en el que no faltan las paradojas, y todo egoísmo está mediado y no pocas veces condicionado por el altruismo, y viceversa porque somos parte ineludible de la circunstancia de otros, nos diluimos en un prolongado gerundio que condiciona al “yo” en términos de “otros”. El egoísmo es posible porque podemos alterar, remodelar la circunstancia propia y afectar a otros, a veces hasta el exterminio, para conservarnos, pues como reconociera Nietzsche: “En los momentos difíciles las personas buenas no tienen escrúpulos”. Al perturbar a otros, nosotros mismos nos recreamos, innovamos, inventamos; en el balanceo del péndulo egoísmo/altruismo emerge una cualidad emocional/comportamental enigmática, una cualidad social y neurofisiológica: la empatía. Dicha cualidad requiere de la fuerza combinada y retroactuante de un “yo emotivo” dirigida a un “otro emocional”, y la empatía evidencia lo contagiosas que son las emociones, “contagio” que a su vez genera la posibilidad de una radiación psi-oafectiva que ambienta al entorno y a los mismos individuos… Y el fundamento de todo ello parece hallarse en cierta región del cerebro (circunvolución frontal inferior) y concretamente en las neuronas espejo

El péndulo egoísmo/altruismo tiene una larga historia, incluso como parte de un devenir evolutivo; evoluciones e historias entrelazadas con las de otras cualidades del ser animal, las sensaciones y los afectos, emociones y sentimientos que devienen constructores de opiniones, reflexiones e impulsos… Porque soy, estoy, existo y siento puedo compartir, rechazar, adquirir, acariciar, violentar, disfrutar, sufrir, festejar, llorar, golpear, acaparar,envidiar, huir... Todo y más, y “todo yo”. En el fondo, siempre hemos sabido que para comprendernos y sobrevivir no podemos silenciar o trivializar las sensaciones y las emociones propias y ajenas; somos organismos sensuales y sentimentales, y nuestra autonomía se expresa a través de múltiples emociones: miedo, odio, cariño, alegría, desconcierto, ira, tristeza... Y las emociones,como subraya Giovanni Frazzetto, no sólo están condicionadas por una actividad cerebral (endogenia), también mediadas por el contexto (exogenia), por lo que las sensaciones y emociones subyacen o sobrevuelan al altruismo tanto como al egoísmo. Los sentimientos se reciclan, para bien y para mal, y transforman a un organismo en individuo único, en sujeto que se vive protagónico, antagónico o circunstancial en las diversas dramaturgias del ser: personaje conciliador, afín, violento, frágil, fuerte, amenazado, generoso… héroe o villano, víctima, victimario o árbitro. Como el altruismo y el egoísmo se entrelazan, uno y otro provocan miedos y ternuras, inquietudes y seguridades, vulnerabilidad y curiosidad, ese espectro de emociones que da pie a afectos multivariados, que a su vez desencadenan conductas hedónicas y desmesuradas a partir de los imperativos comportamentales (agresividad, territorialidad, sexualidad e inquisitividad), siempre en función y mediados por los diversos componentes socio-culturales e históricos

Lo que calificamos de “altruismo” tiene su materia prima y punto de arranque en la cooperación, en la posibilidad y nece-sidad de alianzas, asociaciones y sinergias de las que nos hablan Margulis y Sagan . Ahora bien, tales posibilidades de cooperación, alianza y asociación sólo devienen posibles tras una larga y compleja historia de lo que podemos reconocer como “egoísmo”, que comienza en el momento en que la vida es en el planeta, en virtud de que toda forma viva es autorreferencial y egocéntrica. Al respecto, Edgar Morin apunta:

Hay que considerar el carácter «egoísta» de una computación de sí, para sí, por sí que tiende a satisfacer necesidades, intereses propios de sí.
El ser unicelular se constituye en centro de referencias y determina un espacio polarizado/cardenalizado en función de sí […] Estos marcos de referencia auto-polarizados permiten toma de decisiones «egoístas» en función de la necesidad o del peligro […]
…una computación no sólo auto-ego-referente (en la que el ser se constituye en centro de referencia), sino también ego-auto-céntrica (en la que el ser se constituye en centro privilegiado de su universo)

También en esa larga e intrincada evolución-historia del egoísmo hallamos la evolución-historia del altruismo. La existencia de seres egoístas sin el menor desliz altruista es tan improbable como la de seres netamente altruistas sin egoísmo alguno: no puede darse ni siquiera en la ficción —si se pretende verosímil— lo uno sin lo otro. La forma viva, que se tiene a sí misma como principio y fin último, tiene a las demás formas vivas como ingredientes de su circunstancia, así como de estímulo, complemento, auxilio o apéndice, por lo que altruismo y egoísmo se requieren. El propio Morin precisa:

Nada hay más solitario, aislado, cerrado que un sujeto. […] Sin embargo, a cada clausura sobre sí le corresponde una apertura. Se puede decir incluso que no hay nada más abierto que un ser-sujeto. Nada que tenga tantas tendencias múltiples del universo que le rodea. […]
Y es aquí donde aparece el nudo gordiano que une inextricablemente la apertura/cierre del ser-sujeto: es la estructura misma de la clausura solipsista lo que comporta la apertura ante el otro, es decir, la posibilidad de comunicar, cooperar, comulgar con los ego alter/alter ego. Es el alter ego virtual del interior lo que permite identificarse al egoalter real del exterior e incluirlo en el circuito de su propia identidad subjetiva

Esa trenza de realidades evolutivas e históricas de emociones y sensaciones, necesidades y satisfacciones dan dirección, sentido y significado al comportamiento en las formas animales; muy concretamente en las especies más altriciales, dado que los cuidados de las crías por parte de hembras y machos son producto del péndulo egoísmo/altruismo. La tendencia al hedonismo hace posible la permanencia y la complacencia, y en el animal humano da pie a la desmesura que caracteriza su comportamiento: madres y padres que se “sacrifican” por sus crías, suelen ser padres y madres que “sacrifican” a sus hijos con el fin de cumplirsus expectativas personales... La paradoja sapiens-demens

Independientemente de que la satisfacción de necesidades o requerimientos se signifique sólo como “seguir vivo” o llegue a experimentarse como “placer/displacer generoso” o “placer/dis-placer avaro”, las lógicas y los procesos evolutivos, históricos y biográficos de los individuos/sujetos son resultado de emociones que interactúan en forma dialógica, de emociones encontradas, en constante conflicto pero imprescindibles las unas para las otras… Sensaciones, sentimientos y pasiones que devienen en distanciamientos y aproximaciones, que delinean, matizan, texturizan nuestra capacidad y necesidad de crear vínculos y sociedades, mostrándonos a un tiempo egoístas y altruistas.




Fuente: Capítulo Nro 3 del PDF EMOCIONES: PERSPECTIVAS ANTROPOLÓGICAS. Por: Florence Rosemberg Bernardo Yáñez José Luis Vera Cortés.







Fuente: Capítulo Nro del PDF (Capítulo final) : El libro de las emociones. Por: Laura Esquivel. Desde página 68 a la 75.